Mientras en Occidente se empeñaban en caricaturizar el bloque soviético como un mundo gris en el que reinaba el aburrimiento y la burocracia, algunas de las cámaras más divertidas de la segunda mitad del siglo XX se estaban diseñando en las repúblicas comunistas. Es el caso de las FED50, unas preciosas cámaras de bajo coste diseñadas para que el “nuevo hombre” pudiera retratar el mundo con la misma indulgencia de los turistas japoneses y norteamericanos.
Cuando el telón de acero separó el mundo en dos tras la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo tecnológico se bifurcó. Pero los soviéticos no se quedaron atrás en la carrera fotográfica: tras liberar de los nazis la mitad de Alemania, algunas de las grandes factorías germanas habían quedado bajo su control. Además, se puso en marcha un sistema de patentes paralelo al occidental que permitía que cámaras como la FED50 se diseñasen como copias casi exactas de las Olympus Trip 35 que triunfaban en el mundo capitalista. De igual manera, pero en otro segmento, las lujosas cámaras Kiev eran réplicas de las Zeiss Ikon Contax que estaban usando los mejores fotógrafos occidentales y algunas Zorki eran auténticas Leica pasadas por la hoz y el martillo.
Regreso al futuro
Hay que tener en cuenta que esta era una cámara sin grandes pretensiones orientada a los turistas y la fotógrafos ocasionales. Hoy, esta es una de las grandes virtudes que la hacen especial. La imagen que ofrece tiene ese inconfundible look retro de las fotografías familiares de los años 90. Es por ello que la FED50 es una de las favoritas de la comunidad lomográfica. Si lo que quieres es regresar al futuro, la FED50 es tu cámara.
La FED50 se fabricó entre 1986 y 1996 en la factoría de FED en la ciudad ucrania de Járkov. Se lanzaron al mercado un total de 107.530 unidades, convirtiéndola en un fenómeno internacional. El cuerpo de la cámara es metálico, excepto algunas partes de plástico y monta una lente Industar de 38mm con una apertura máxima de f2.8 y mínima de f16.
Otra de sus características es que tiene un fotómetro de selenio circular alrededor de la lente que selecciona automáticamente la velocidad y la apertura. Una de las grandes ventajas de los fotómetros de selenio es que la cámara no necesita pilas para funcionar, y al ser relativamente “modernas” las mediciones que ofrece siguen siendo correctas. Si se quiere usar en modo manual, hay que tener en cuenta que la cámara dispara siempre a una velocidad de 1/30 con la apertura seleccionada.