Esta es una de esas divertidas cámaras de plástico automáticas que inundaron el planeta en los años 80 del siglo XX. Con los laboratorios de revelado rápido y barato multiplicándose desde Barcelona hasta Yakarta, la fotografía analógica estaba alcanzando su cenit. Llevar una cámara encima en cualquier evento se había convertido en la nueva normalidad y en un símbolo del progreso: no había grupo de amigos, familia o turista perdido que no llevara una consigo. La Yashica MF-3 fue lanzada al mercado en 1985 y condensa todo lo retro y kitsch de la época. Con un flash imponente y un selector de apertura manual, se ha convertido en una gema para los círculos lomográficos que hoy buscan emular el “look & feel” de la época.
Made in Brazil
Esta cámara cuenta también la curiosa historia de la factoría brasileña de Yashica. En la primera mitad del siglo XX, y en especial tras la segunda guerra mundial, millones de japoneses emigraron al prodigioso Brasil y convirtieron ciudades emergentes como São Paulo en su nueva casa. No es de extrañar que Brasil se convirtiera en uno de los destinos de exportación más evidentes para los fabricantes de cámaras japoneses para acceder al mercado suramericano.
Según algunas fuentes, la compañía subsidiaria “Yashica do Brasil” se estableció en 1975 en un municipio de Sorocaba, en el estado de São Paulo, para distribuir los productos japoneses. Pero con las restricciones a las importaciones impuestas por la dictadura militar desarrollista brasileña, la compañía nipona pasó a fabricar directamente sus componentes en suelo brasileño. Cuando el gigante de la cerámica Kyocera compró Yashica en 1983 mantuvo las operaciones de Brasil, y esta Yashica MF-3 de color fulgurante es justo un producto de esa época. Quién sabe cómo llegó hasta aquí.