¡Ey, esta es especial de verdad! En el mundo de los amantes de las cámaras hay algunas que suelen ocupar todos los rankings como “las mejores de la historia”. Claro que eso es algo subjetivo, y a menudo genera un “hype” cuyo origen es desconocido. Una de esas cámaras es, sin duda, la Nikon L35AF de 1985, también conocida como la “Pikaichi”. ¿Por qué? Fue la primera Nikon compacta en tener autofocus y digamos que la compañía se dejó la piel para que fuera un caballo ganador.
Esa Nikon llevaba una lente Sonnar de 35 mm y 5 elementos diseñada por Koichi Wakamiya. Es una de las ópticas más nítidas y espectaculares que se montaron nunca sobre una cámara compacta, por lo que no es de extrañar que hoy en día siga considerándose una elección top.
Pues bien: la Nikon L35 AW AF es la misma cámara, pero protegida con una carcasa para sumergirse hasta 3 metros. Nikon la lanzó en 1986 como un híbrido entre su campeona compacta y la legendaria Nikon Nikonos, la sumergible que usaban todos los buceadores profesionales. La Nikonos tenía un tamaño y complejidad notables, por lo que existía una oportunidad para acercarse a un mercado más amplio.
La Nikon L35 AW AF es una cámara 100 por 100 automática (apertura, velocidad, arrastre…). La velocidad de enfoque es abrumadora, prácticamente instantánea. También incorpora un selector para fijar la distancia de enfoque para situaciones en las que pueda ser confuso (¡por ejemplo, debajo del agua!) con una distancia mínima de 0,7 metros.
En definitiva, es probablemente la mejor cámara compacta y automática de película clásica de los años 80 que puede conseguirse, con el añadido que gracias a su carcasa estanca aguanta golpes, caídas, chapuzones y todo lo que se le eche encima. Perfecta para el verano y las aventuras, lo más importante a tener en cuenta es que después de pasar por agua salada es imprescindible darle una buena ducha de agua dulce.