Esta Contax IIa se fabricó en 1951 en la factoría de Zeiss Ikon en Stuttgart, en Alemania Occidental. La alemana Zeiss Ikon fue, junto con su competidor Leica, el fabricante de cámaras profesionales más importante del segundo tercio del siglo XX. En su momento, ambas marcas costaban lo mismo y se dirigían al mismo tipo de usuario. Sin embargo, en el mundo del apocalipsis y resurrección de las cámaras de película, las Contax pueden conseguirse por una fracción de lo que cuesta una Leica. Estamos hablando de máquinas de alta precisión que todavía hoy funcionan como un reloj, sin necesidad de ningún tipo de batería.
El legendario fotógrafo de guerra Endre Ernő Friedmann, más conocido como Robert Capa, llevaba colgada una Contax IIa como esta cuando pisó una mina antipersona en Vietnam. También usó una Contax II (el modelo anterior, más pesado) para realizar la foto más importante de su era: el desembarco de Normandía. Aquellas “magníficas once” instantáneas de soldados en la playa de Omaha, que pudieron salvarse de un accidente en el laboratorio de la revista Life en Londres, anunciaron el comienzo del final de la Segunda Guerra Mundial.
Cuando Zeiss Ikon rivalizaba con Leica
Capa, que había usado Leicas en algunas de sus anteriores coberturas, como la que realizó junto a Gerda Taro en la Guerra Civil española, se “pasó” a Contax porque en aquel momento los ingenieros de Zeiss Ikon habían logrado ponerse una cabeza por delante de su rival.
Por un lado, destacaba la velocidad de obturación de 1/1250, única en su época. Por otro, la proeza del equipo del jefe de diseño de producto Hubert Nerwin fue integrar en un único visor el dispositivo de enfoque telemétrico, algo que se convirtió en un estándar a partir de entonces pero que permitía operarla con mucha más agilidad y precisión.
El cuerpo está hecho de una aleación de metal que parece sacado del corazón de la Tierra (literalmente indestructible) y tiene un peso con la lente que se acerca a los 500 gramos.
La cámara se vende con una lente Carl Zeiss Sonnar de 50 milímetros con máxima apertura f2 y mínima de f22 fabricado en 1951 en la factoría de Carl Zeiss en Oberkochen (Alemania Occidental). El modelo, diseñado inicialmente en 1932 por el genio de la óptica Ludwig Bertele con seis elementos en tres grupos, era el más luminoso de la marca. La lente está en óptimas condiciones, con motas de polvo mínimas para su edad que no afectan en nada a la toma de fotografías.
Una cámara con funcionamiento “especial”
La Contax IIa es ya una cámara moderna que puede usarse hoy con normalidad en el día a día, pero tiene algunas particularidades que son precisamente las que han creado ese movimiento “fan” alrededor de Zeiss Ikon. El enfoque (por supuesto manual) es especial. Se puede hacer a través del objetivo, como en cualquier otra cámara, o mediante un engranaje que se sitúa justo frente al disparador. Generalmente, se usan las dos formas combinadas: el anillo de la lente sirve para aproximarse al sujeto y el segundo para afinar el foco al milímetro.
El anillo de apertura está también en la lente, en el borde. En este caso, los ingenieros de Zeiss Ikon idearon un sistema para facilitar su manipulación. Cuando la cámara se enfoca al infinito, la lente queda bloqueada para poder fijar la apertura cómodamente. Para desbloquearla, solo hay que pulsar el engranaje de enfoque mientras se mueve el anillo. Es un sistema curioso, al que es muy fácil habituarse, y que forma parte del ingenio de esta cámara que fue revolucionaria.
Por último, el rebobinado no se hace por palanca (algo que se hizo global pocos años después). Para cargar el obturador hay que girar la rosca de las velocidades. Con un par de vueltas, la cámara ya está lista para disparar. Si lo que se quiere es modificar la velocidad, hay que levantar esa misma rosca y girarla hasta la posición deseada. ¿Sencillo, verdad?